Nunca es triste la verdad, ¿pero tiene remedio?


Me gustaría compartir estas líneas con aquellos que tienen la mente abierta para que además abran sus ojos.

“... Ahora el Poder Ejecutivo puede dibujar, colorear, corregir y cambiar muchas cosas a su gusto. El presupuesto que se envía al Congreso se ha convertido en un ritual de opereta, ya que después el Ejecutivo lo cambia sin rendir cuentas a nadie.
La hipocresía no tiene límites. Con bombos y platillos Kirchner anunció que ahora habrá cumplimiento de la responsabilidad fiscal. Pero, con la delegación de poderes, tal cumplimiento se torna innecesario. Su mayordomo podrá modificar el destino de las partidas presupuestarias que habían sido enviadas con solemne farsa a un Congreso habitado por fantoches. ¿Para qué la farsa? Bueno, porque así disimula mejor que Fujimori, quien clausuró el Congreso, o los reyes absolutistas, que no tenían Congreso, o el emperador Calígula, que nombró senador a su caballo para que defecara sobre el Congreso. El jefe de Gabinete puede aumentar los gastos a su voluntad, desviar el destino de las partidas, incurrir en endeudamientos, elevar las erogaciones corrientes y hasta delegar facultades en oscuros funcionarios que nadie conoce. ¡Esto sí que suena a chiste! En efecto, un amigo de palacio o un puntero matón puede llegar a tener más poder que un representante electo por el pueblo.
En otras palabras, el Ejecutivo rapiñó las potestades del Congreso.
Los legisladores que aceptaron este robo fueron cómplices. También es culpable la sociedad argentina, desde luego, porque asistió indiferente al saqueo institucional. Y los medios de comunicación no estuvieron a la altura de su deber ciudadano, porque no explicaron que unos dientes de rata se comían con avidez los pilares de la República.
En El Federalista, el gran demócrata de la independencia norteamericana que fue James Madison denunció que “la acumulación de los poderes legislativos, ejecutivos y judiciales en las mismas manos, no importa si en una, o pocas, o muchas, en forma hereditaria o autoasignada o electiva, justifica que se la califique con la precisa definición de tiranía”.

Marcos Aguinis en El atroz encanto de ser argentinos 2 deja algunos pensamientos como éste, para reflexionar y, en otros momentos, para explotar de bronca. No voy a juzgar a Aguinis por su prosa, pero sí los invito a que lo lean para despejar dudas en torno a si este gobierno es progresista o no.

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