La auténtica Kristina
El lunes será un día histórico para el país. Por primera vez en el mundo un presidente le entregará los atributos a su esposa, convirtiendo la primera magistratura en un bien ganancial. Dentro de cuatro años, si las fuentes que me confiaron no se equivocan, podría registrarse el hecho a la inversa. Por lo pronto, dentro de dos días tendremos presidenta, custodiada por edecanes mujeres, aunque en su gabinete escaseen las faldas y el olor a perfume femenino. Un cabe de la agencia EFE ya pinta el glamour que imperará en la nueva etapa K.
Basta de chaquetas cruzadas sin abotonar, poses desgarbadas o cabellos arremolinados: la mandataria electa de Argentina, Cristina Fernández, promete devolver a la investidura presidencial del país el “glamour” que su esposo no le pudo aportar.Siempre de punta en blanco y maquillada, Cristina de Kirchner cuida con obsesión cada detalle de su imagen personal, en la que nada está librado al azar. Fernández, de 54 años, luce cabellera castaña, con extensiones y ondas suaves, y a la hora de maquillarse opta por labiales de tono melocotón, mientras atrae la atención a sus ojos con abundante rímel y sombras oscuras en los párpados, algo que algunos asesores tachan de demasiado recargado y artificial.Para vestirse, elige trajes de chaqueta con falda o pantalón, usualmente en colores claros, y vestidos de seda -como el que lució este domingo, blanco con flores y cinturón ancho-, de diseñadores locales como Marcelo Senra y Susana Ortiz, una de sus preferidas y quien además le asesora en su “look” general. Ortiz fue quien diseñó el vestido color crema que Fernández usó el 25 de mayo de 2003, cuando Kirchner asumió la presidencia, aunque aquel modelo no recibió muchos elogios y desde entonces la diseñadora afinó su ojo.Benito Fernández, otro diseñador renombrado de Argentina, considera que Cristina es “mona y sexy” y ya sueña con vestirla con un traje color coral para el día de la asunción, prevista para el próximo 10 de diciembre.Para sus pies, la senadora elige zapatos de tacón de aguja, que complementa con carteras de cuero y accesorios llamativos, como boinas, prendedores, pulsera al tobillo y su Rolex de oro y brillantes.“Me parece que exagera con muchas cosas, y los excesos son de mal gusto. No corresponde usar un reloj tan valioso y cargado, el pelo larguísimo. La prueba es que cuando baja de un avión, ..el viento la desaliña”, señala el asesor de moda Fabián Medina Flores. Aunque Fernández ha evolucionado en su estilo en los últimos años, su coquetería le viene desde pequeña. “Creo que nací pintada. Cuando dije ‘mamá’, tenía rímel y estaba toda peinadita”, dijo Fernández en una reciente entrevista.La periodista Olga Wornat, autora de la biografía “Reina Cristina”, conoce a Fernández desde su época de estudiante de abogacía en la Universidad de La Plata. “La recuerdo con su andar garboso, su cabello abundante castaño oscuro, lacio y largo, las botas altas y sus infaltables minifaldas, taconeando los angostos pasillos de la Facultad de Derecho. No había un tipo que no diera vuelta la cabeza para mirarla o decirle un piropo. Era altiva, coqueta, bellísima y batalladora”, rememora Wornat.Aunque la opinión pública también destaca la carrera legislativa de Fernández, sus dotes como oradora y su habilidad política, es su afición estética la que se ha convertido en comidilla de la prensa y blanco de las criticas los opositores, pero Cristina no pasa de ello y se defiende.“¿Qué mujer no tiene pasión por las joyas, la ropa, las carteras y los zapatos?”, alega Fernández, quien considera que esas críticas esconden “cierto grado de misoginia”.“Hay que pagar un piso por ser mujer. Tal vez les gustaría decir de mí ‘qué tonta que es’ y entonces atacan por este lado, porque me arreglo, porque soy femenina. Nunca me gusta disfrazarme de lo que no soy. ¿Tendría que disfrazarme de pobre para ser una buena dirigente política?”, remató.El aspecto cuidado de Fernández está en las antípodas del de su esposo, el presidente argentino, Néstor Kirchner, que -reacio al protocolo- gusta de andar sin corbata, con camisas arremangadas y chaquetas de corte cruzado pero sin abotonar.“Presidente, usted dice que lo critican por los mocasines, por el saco (chaqueta) cruzado. A mí, esos mismos me critican que me arreglo demasiado. En realidad, no les molestan ni sus mocasines, ni su saco cruzado, ni mi pintura, ni mi pelo. Lo que les molesta son los intereses que hemos tocado en Argentina”, dijo Cristina durante un acto de campaña.Fernández dejó de fumar hace veinte años, se cuida en las comidas y confiesa que hace “mucho trabajo físico” porque le “preocupa alguna parte de volumetría” de su cuerpo “pero no las caderas”.“No tengo ninguna cirugía. Puedo exhibir falta de cicatrices. No digo que no me las vaya a hacer. El día que se me caiga toda la cara y esté horrible, posiblemente me la haga”, dijo hace unos días Fernández, que fue llamada “la reina del bótox” por Elisa Carrió, una de sus principales rivales políticas.
Vía Abre tus alas
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