El Periodismo 2.0 tiene sus claves

Cómo ser periodista 2.0 o crear un medio digital sin morir en el intento, así podríamos haber titulado este artículo. Y es que, en definitiva, los periodistas –vieja o nueva escuela- lo tenemos crudo ante tanta overdose tecnológica y diversidad de demandas a la que nos vemos sometidos.
Frente al tan cacareado periodista One Man Band, una se queda paralizada, sobre todo teniendo en cuenta que ni los propios medios saben hacia dónde se dirigen -ni ellos mismos, ni esta revolución tecnológica-. Si a ello le sumamos la crisis del sistema económico mundial, podemos decir que esto no ha hecho más que empezar.

Cabe la posibilidad de equiparar el estado mediático actual a una realidad Photoshop. Es decir, tendríamos diferentes capas que, agrupadas, darían una imagen global del fenómeno. O lo que es lo mismo, para entender lo que está pasando, necesitamos tener presente los diferentes elementos que articulan la realidad.
Por una parte, la industria periodística –conocer su lado empresarial, por supuesto-; por otra, el rol del periodista -qué cambia del papel al 2.0- y, finalmente, las nuevas oportunidades que surgen de cualquier crisis. Sin duda, estamos en un mundo nuevo, un mundo conectado, y eso requiere, por ende, de nuevos modelos de negocio y nuevos comportamientos.
Así lo apuntó
Víctor Puig, director de reputación y contenidos en Overalia, el pasado martes, en la última conferencia de Newwws!, “un espacio para reflexionar sobre la comunicación editorial en los nuevos espacios digitales” que ha tenido su sede en el IED durante los últimos cuatro meses.
Puig habló de publicidad en Internet -que es, al fin y al cabo, lo que mantiene los medios y a los periodistas-, poniendo de relieve el mayor sufrimiento de los nativos digitales frente a los provenientes del papel, pues son estos últimos los únicos que cuentan con balón financiero detrás y un prestigio ya consolidado.
Los nativos digitales, hasta que todo esto se estabilice y el dinero fluya con normalidad, se ven obligados a mantener una estructura de gastos imposible y eso pese a que el tamaño de las redacciones digitales se ha reducido a la mínima expresión. Y es que la pela es la pela, amigos, y nadie escapa a su influencia. Que se lo digan a los responsables de
Soitu y Factual, tan interesantes como fallidos proyectos mediáticos.
Los medios, desde luego, deben despabilar si no quieren quedarse fuera del reparto, ya que
Google controla el 70 % de la publicidad online y los usuarios están leyendo contenidos alternativos (19,7% blogs, 80,6% redes sociales).

Pero no sólo eso. ¿Puede un medio digital plantearse, como contraprestación, cobrar por el contenido y así financiarse? La respuesta es clara, según un estudio realizado por Nielsen (27.000 usuarios de 52 países, 2010). El 70% de los usuarios está dispuesto a pagar si el contenido ofrecido es de calidad, el 75% no está dispuesto a pagar si ya es subscriptor de medio en su edición en papel.
¿Cómo hacer rentable, entonces, un medio digital acostumbrados a los altos márgenes de rentabilidad del papel a lo largo de los dos últimos siglos? He aquí el verdadero puntal del periodismo 2.0. La cuestión, como señala Jeff Jarvis y recoge John Carlin en
El País, es que “aunque haya un núcleo reducido de personas dispuesto a pagar por leer noticias exclusivas o columnas bien escritas, la realidad es que los ingresos que generan no compensan las inevitables pérdidas de publicidad”.
Pero opiniones hay para todos los gustos. En una entrevista publicada ayer por
PR Noticias, Francisco Frechoso, director del digital Cuarto Poder, no cree que el futuro pase por el pago de contenidos. Así las cosas, veremos qué nos depara el periodismo a corto y medio plazo. Espero que los contenidos de pago no se conviertan en acomodo de connaisseurs, en joya informativa destinada sólo a una elite documentada y económicamente solvente. Espero, también, que no tengamos que hablar de ciudadanos de primera con acceso a información de relevancia versus ciudadanos de segunda con acceso a información tratada de forma superficial.
Desde luego, el futuro del periodismo es harto complicado. No obstante, tras escuchar a Puig, me atrevo a aventurar algunos aspectos del horizonte mediático:
1. El papel seguirá existiendo, pero en menor medida, y conviviendo con el digital. Un digital que, poco a poco, impondrá sus nuevas formas-hábitos y será accesible-digerible para todos. Si las redacciones serán integradas (un mismo periodista trabaja en ambos formatos) o segregadas (diferentes periodistas para diferentes formatos) quedará a merced del buen entender del responsable de cada medio.
2. Habrá una bicefalia mediática, aquella parasitaria que haga copy&paste de las noticias de agencia o de las noticias de otros –agenda externa- y aquella otra que elabore sus propias noticias, crónicas y reportajes desde un punto de vista particular, profundo y personal –agenda propia-. El usuario decidirá si le interesa la asepsia informativa o el trabajo serio y reflexivo.
3. Entre tanta maraña informativa, el papel del experto cobrará vital importancia a la hora de diferenciar el grano de la paja, lo bien escrito de lo zafio, lo profundo y riguroso de lo superficial y sin documentar. Y este rol de prescriptor podrá encontrarse tanto en el papel como en el digital. Todo ello, pese a que como apunta Puig, actualmente las redacciones, en un alarde de incongruencia y estupidez (expresión y adjetivos de cosecha propia), se están becarizando en exceso.
4. Sí, los periodistas nos veremos obligados a ser hombre orquesta donde las habilidades multimedia estarán a la orden del día, así como la inmediatez en continuo equilibrio con el análisis y la interacción diaria con las redes sociales.
5. El SEO (Search Engine Optimization) será un protagonista más. Porque somos lo que publicamos, pero también lo que los demás publican sobre nosotros y para eso la visibilidad, el posicionamiento en buscadores, es una herramienta imprescindible.


Vía Yorokobu

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