Magritte y el dolor de sus rostros tapados


Foto sacada por MP en el MoMa, año 2018.




¿Alguien alguna vez vio un cuadro de René Magritte sin que sus personajes se encuentren con la cara despejada? La respuesta será negativa y surge de un conflicto que tuvo al morir su madre. Magritte vio el instante en el que sacaban el cadáver de su madre tras suicidarse en el río Sambre, un afluente del Mosa que corre entre Francia y Bélgica. René vio cómo su madre salía del agua con el rostro tapado por su falda. 

Jamás pudo olvidar esa escena y su impacto lo llevó a cada una de sus obras:  rostros tapados con trapos fueron el leit motiv de varios de sus cuadros que, con el tiempo, lo hicieron famoso. 

Se cree que siempre repitió lo visto a orillas del Sambre. Pero quedó plasmado en el año 1927 cuando se pudo ver Los amantes, donde una pareja se besa con sus cabezas cubiertas con unos velos húmedos.

Se trata de uno de los cuadros del que se derramaron muchos ríos de tinta. Dos personas protagonizan el lienzo. Sus identidades están ocultas tras dos velos húmedos que les tapan la cara. Sabemos que son un hombre y una mujer por sus vestimentas y suponemos que son pareja porque se están besando. Poco nos ayuda el fondo a concretar la escena. Están bajo techo, se ve parte del mismo y de la escayola que lo adorna, pero el hecho que una pared sea granate y el fondo azul cielo, hace plantearse si es otra pared pintada de diferente color.

Pero Magritte tituló Los Amantes a dos obras diferentes, en las que aparecen los mismos protagonistas y con las mismas ropas. Pero, siempre hay un pero, los dos trabajos difieren por dos razones: el fondo, pasamos de paredes y techo a un fondo natural con árboles y campo de fondo, y la acción, aquí no se besan sino que ambos miran al frente con los rostros uno junto al otro.

Pero también se especuló mucho sobre las razones del cuadro. ¿Amor secreto? ¿Un matrimonio? ¿Una pareja? Lo concreto es que Magritte mantuvo en sus retinas el momento en el que sacaron el cadáver de su madre del río, con la falda húmeda cubriéndole el rostro. De ahí los trapos húmedos entre los rostros de los amantes de su obra. Simplemente es el recuerdo que tiene un adolescente Magritte de cómo terminó el suicidio de su madre en el Sambre.

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