Los amores de Kafka: tortuosos como su literatura

Sabía que el amor es un fenómeno complejo y que con el tiempo se vuelve cada vez más complejo. Eso al menos lo dejó por escrito mediante cartas tanto a sus mujeres como también a sus amigos. Pero lo que sí fue compleja fue la personalidad de Franz Kafka, la que queda reflejada en las intensas relaciones que tuvo, a lo largo de su vida, con las mujeres. Incluso, estas relaciones quedaron reflejadas en el libro "Los amores de Franz Kafka", que escribiera Nahum Glatzer y publicado en el año 1986. A través de sus páginas se refleja la historia sentimental de uno de los mayores escritores del siglo XX y cuándo descubrió la palabra amor.

Dos años antes de su muerte, ocurrida en 1924, dijo que nunca había conocido las palabras "te amo". La gran incógnita es si Franz sabía qué es el amor. "Amor es todo aquello que eleva, amplía y enriquece nuestra vida", aseguró Kafka en sus cartas a los amigos.

Incluso, en las mismas cartas queda al descubierto que tenía una visión negativa y pesimista de las mujeres. A su amigo Max Brod le escribió: "Es curiosa la agudeza de las mujeres; su sensibilidad les permite únicamente darse cuenta si resultan agradables, enseguida, si se tiene compasión con ellas y, finalmente, si se busca misericordia en ellas, esto es todo, pero, en general es suficiente".

Según el libro en cuestión, Kafka estuvo comprometido en tres oportunidades (dos con la misma novia) y con otra joven no se casó porque la boda no fue aceptada por el consejero espiritual de la familia de la mujer. Tuvo relaciones íntimas -y hasta se habla de algún hijo- con varias mujeres y también mantuvo "platonismos" en su juventud y la última etapa de su vida.

Le confesó a sus mujeres y amigos no ser apto espiritualmente para el matrimonio. Todo lo que tenga que ver con el escritor checo, no es tarea sencilla. Tanto en materia literaria como afectiva. Kafka siente repugnancia ante el acto sexual -el deseo «de una bien definida abominación, de algo levemente repugnante, penoso, inmundo»- pero mantiene relaciones que no se quedan ni mucho menos en lo epistolar. No deja de sentir la necesidad de ser amado por una mujer, por una después de otra, o al mismo tiempo, pero la opinión sobre las capacidades de estas es como poco displicente -«es curiosa la falta de agudez de las mujeres».

No obstante, por su vida pasaron cinco mujeres fundamentales: Felice Bauer, Greta Bloch, Julie Wohryzek, Milena Jesenská y Dora Dymant. A los 20 años, siendo estudiante de Derecho, conoce a una chica que trabajaba como empleada de una tienda de confección situada frente a su casa. Primero se contactaron por señas, uno en su cuarto y la otra desde la puerta de su trabajo. Quedaron que se iban a encontrar a las ocho. Al llegar, Kafka la ve a ella del brazo de otro joven y camino de su casa. Pese a esto le hizo señas para que los siguiera y los tres coincidieron en una cervecería, pero él en otra silla. Luego se encaminaron a la casa de ella y él la esperó en la calle hasta que salió. Entonces fueron a un hotel. Esta escena se repitió en dos oportunidades. Pero algo sucedió en aquella habitación, para que Franz hablara de "una pequeñísima cosa repugnante y una mínima obscenidad", que lo llevaran a alejarse.

La relación más larga fue con Felice Bauer. Sin embargo, antes hubo varias desconocidas que pasaron por la vida del escritor chico. Con Felice coincidieron en los veranos de 1905 y 1906. Kafka aseguró que "ella era una mujer y yo un muchacho".

También hubo dos actrices llamadas Flora Klug y María Tschissik, pero para su historiadora se trató de pasiones platónicas, agradables y pasajeras. Touch and go le dicen en la actualidad.

La relación entre Bauer y Franz entró en crisis por la aparición de una tercera. Para tratar de mediar en la situación, Felice envió a una amiga, Grete Bloch, de quien se enamoraría y hasta se dice que quedó embarazada del escritor. El niño murió a sus siete años sin que Kafka supiera de su existencia.



A finales de 1915 conoce a una joven, Fanny Reis, que era alumna de su amigo Max Brod. En julio del año siguiente vuelve a estar con Felice, con quien volvería a contraer un compromiso matrimonial, el que se rompió al conocerse el diagnóstico de tuberculosis del escritor de La Metamorfosis. La enfermedad hizo que comenzara a tener miedo de formar una familia. Eso se lo confesó a Julie Wohryzek con quien se comprometió por tercera vez. También le aseguró que no veía nada mejor que el matrimonio y los hijos. 

Kafka ya tenía por entonces 36 años y se produce el ya conocido enfrentamiento con su padre. El progenitor de Franz le sugirió que si lo que quería era tener sexo podía resolverlo yendo a un burdel. De ese enfrentamiento nace "Carta al padre", considerado como el testimonio más doloroso de la literatura universal.

Mientras su vida transcurría entre su enfermedad, su padre y las mujeres, conoce a una juvenil Minze Eisner, quien atravesaba una larga enfermedad. Fue una relación platónica y paternal. Le escribió: "Nadie derrocha la vida, la vida lo derrocha a uno".

Ya hacia los últimos años de su vida aparece una traductora llamada Milena Jesenská. Era open mind para la época: moderna, progresista y casada. Con ella cruza misivas eróticas donde sostiene que le gusta "reposar sobre tu pecho casi desnudo". Toda una osadía por aquellos años.

No se llegó a casar con Dora Dymant porque el rabino de su padre desaconsejó el enlace. Ya estaba carcomido por la tuberculosis, pero aún así vivió junto a ella momentos de felicidad desconocidos por Kafka. Quizá en esos años postreros y junto a Dora, de quien escribió mucho, conoció lo que era el verdadero amor pese a su carencia de romanticismo.




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