Marcha de la bronca
Falta poco. En octubre volveremos a las urnas a elegir al futuro presidente. En el oficialismo aún no se deciden si será pingüino o pingüina. La oposición no tiene un candidato fuerte para pelearle a la estructura K. En medio de todo ésto, y cuando la imagen presidencial está erosionada por la crisis en Santa Cruz y el escándalo de Skanska, el gobierno cumplió con su promesa de echar a quienes estuvieran involucrados en el cobro de coimas. Así fue como -según la sensación popular- cayeron dos perejiles, mientras que los verdaderos responsables siguen jugando al avestruz.
Eso sí -y aquí pido perdón a los tandilenses- tenemos una réplica de la piedra movediza de Tandil. En el país de las cosas truchas, una truchada. Pocos argentinos quedan con vida que hayan visto la piedra en su lugar. Pero la oportunidad le sirvió a Kirchner para recordar:
"Con la satisfacción que nos da el honrar la palabra empeñada, seguimos redoblando esfuerzos en la construcción de una nueva Argentina que definitivamente nos incluya a todos".
Retomo el tema de la piedra. Esa truchada costó un millón de pesos que se pudieron utilizar para solucionar la situación de muchas familias, de sanear a los hospitales públicos o ayudar a que el Hospital de Clínicas vuelva por sus fueros a ser lo que era, un lugar de excelencia (está como está debido a que algunos funcionarios puestos por este gobierno, en carácter de intervención, se llevaron varios miles para otros pagos).
Pingüino o pingüina deberá remontar un descrédito que, en los últimos meses, comenzó a penetrar la armadura que se había cimentado en torno de la gestión.
A propósito de responsables en el escándalo Skanska, ¿porqué no investigan los pasos seguidos por un ex alumno de un reconocido colegio de la zona de Palermo y ahora funcionario oficial? Pingüino él, ¿será a quien mencionan en esta desgrabación?
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