Con la mano en la urna

Este post es el preelectoral. Mañana comienza la veda y no voy a escribir nada sobre la contienda del domingo. Sólo aprovecharé para dejar este post leído en Abre tus alas, que refleja la sensación de muchos frente a los comicios. Las dudas, las broncas, las ganas de decir muchas cosas, los miedos... Habrá que explicarle a Dolores Argentina –tiene 6 años y hasta David Nalbandian y la Tigresa Acuña la conocen, o por lo menos les pagaron para que difundieran su historia- que su vida no es color de rosa y tampoco hay indicios que vaya a serlo: pinchan los teléfonos, la pobreza se enrosca en torno a la Capital Federal e invade grandes sectores del conurbano –a pesar de ufanarse de las grandes recaudaciones y los superávit suntuosos-, la riqueza se sigue repartiendo para los que más tienen, el abandono de las provincias que no responden a sus ideales -¿cuáles?-, el ninguneo a los periodistas –que no se extiende a aquellos que suelen recibir los sobres oficiales-, la inseguridad que obliga a vivir con miedo o encerrados, la alegría nocturna quedó de lado, la corrupción que roza a algunos funcionarios del gobierno, hallar sobres con dinero en los baños... En fin, miles de cosas que obligan a meditar a la hora de votar el domingo. Sería bueno tener comentarios que me orienten y, como diría un otrora empresario periodístico, no me dejen solo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Marcelo, no estás solo. Somos muchos quienes pensamos que la vida de la pobre Dolores Argentina sigue tan gris como siempre. Más, muchos más de los que imaginás y de lo que reflejan las encuestas. El problema es que ya no se vota por convicción, ideas, valores...se vota por miedo, quizás, a que lo que venga sea peor. Por miedo y por costumbre -palabra horrorosa si las hay-. Ojalá los argentinos, de una buena vez, nos jugáramos. Pero creo que eso quedará, lamentablemente, para otra oportunidad. Mientras tanto, como dice la canción, "Resistiré", aunque no me resisto a decir lo que pienso, lo que siento y lo que creo, a pesar de que el "number one", nuestro nunca bien ponderado Marcelo Tinelli, insista en convencernos que la vida es un show, mientras se muestra sonriente al lado de la candidata oficialista, canje mediante. Sigamos creyendo en las utopías. Quién te dice, algún día...